Algunos afirman que el lenguaje construye realidades, y no hay nada más cierto, desde que “Dios dijo…”, las palabras y las historias han encantado a la humanidad, a tal punto de creerlas, identificarse plenamente con ellas, y hasta sufrir y gozar, dada la circunstancia histórica del prócer, el mesías legendario, o el personaje ficticio de su novela favorita, en medio de un relato.
Las historias narradas por otros en la vida, han escrito la realidad en que vivimos, construyen nuestra cultura y nuestros hábitos, y sobre esta base social y psicológica construimos nuestra individualidad, realidad y vida.
Pero, ¿qué, de cuando alguien más se ha encargado de contar sus propias historias una y otra vez hasta el cansancio? sencillamente en ese preciso momento se da la colonización ideológica, a la cual estamos sometidos por gusto propio, al ser influenciados por la esplendorosidad y magia del cine, y de las producciones norte americanas, quienes nos han impuesto su cultura como mejor que la nuestra (la latino americana), gracias a las fantasías e historias de los escritores y la neurolingüística de la CIA. Göbbels, «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad».
Entonces, ¿es la realidad algo objetivo que soy capaz de percibir e interpretar adecuadamente, o por lo contrario, es la realidad aceptada por mí, algo que otra persona se ha encargado de contarme, y he aceptado en mi ser cómo real? Parece que todo no lo han contado, y no somos capaces de verificar sino nuestra propia existencia, difícilmente podemos verificar historias como que hay 8 o 9 planetas, que Bolivar liberó 5 naciones, que la tierra da vueltas y no son las estrellas quienes giran, si el mar es tan profundo como dicen, o si es real la existencia de muchos lugares como los pirámides. Todo parecen historias que tan solo hemos sido capaces de creer sin dudar o rebatir, siempre aceptando el mensaje como completamente verdadero.
Recordemos que nuestro cerebro no distingue entre los pensamientos y las imágenes, en nuestro mundo interior, todo pasa en verdad, las sensaciones son iguales para quien imagina o para quien ve.
Una prueba clara del nivel de credulidad de las personas frente a las historias ficticias, es evidente en ocasiones cuando una persona reclama a un actor por los hechos cometidos por algún personaje de una historia irreal.
Las historias por más fantasiosas y absurdas que parezcan construyen realidades. Recordemos la frase “La realidad siempre supera la ficción” de Gabo, la cual nos da a entender de cierta manera, que incluso la realidad puede ser más increíble que el mismo cuento.
El lenguaje, sus recursos y recovecos permiten evangelizar, adoctrinar, convencer y persuadir; cambiar un punto de vista, o abrir uno nuevo; ilustrar, o destruir con una frase la estima, la honra o la vida.
Ahora lo más importante frente a esta reflexión, es la importancia que tienen las historias en la vida humana, debemos pensar en cuáles son las historias que vamos a contar, ¿de qué van ha hablar? Si es que quiero llegar a los demás y expresar mi ser con una historia que hable de mi empresa, producto o servicio, para que la gente empatice a creerla y seguirla.